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Domingo 29 de junio de 2008
Consumo online Contenidos digitales
Música y cine en la cultura de la descarga
Bazuca venderá películas y series por descarga en línea. Emi Chile subirá su catálogo a la red y MallMusic ampliará su oferta de música en MP3 libre. ¿Podrán contra los piratas?
Óscar Contardo
En Chile, Bazuca será el primer portal en ofrecer descargas de películas y series a través de internet. Descargas legales, se entiende. El anuncio fue hecho hace dos semanas y el sistema estará en marcha antes de fin de año. Rodrigo Terrazas, el gerente general de Bazuca anuncia un servicio seguro, libre de los virus las demoras y problemas de los archivos compartidos ilegales (pero gratuitos). Aún no se define el catálogo, pero Terrazas lo describe en la línea de lo que hacen hasta ahora: la mayor cantidad y la mayor variedad. Es el llamado esquema de "long tail" que funciona como un mantra en el comercio internet y que alude a la curva que se dibuja en las ventas. La cima son los best sellers o las películas de moda, pero el extendido valle son aquellas películas que satisfacen nichos específicos y que en el largo plazo mantienen saludable los números de venta. Esa es la experiencia de Bazuca en el arriendo de DVD: "En este minuto tenemos 10 mil películas en la calle. Los estrenos son el 30 por ciento, el resto se reparte entre películas de género, clasicos. La gente no sólo consume estrenos". El anuncio de Bazuca es un síntoma de la masificación de la descarga de películas y series. Gracias a la banda ancha cada vez resulta más rápido hacerlo.
En el último anuario del Consejo de Cine de Gran Bretaña se consigna el resultado de una encuesta realizada en 2006. El estudio indagaba las razones que daban los ingleses para no descargar películas: un 30 por ciento dijo no hacerlo porque no sabía cómo y un 33 porque el esfuerzo era demasiado. El estudio concluye que ambas razones sugieren una luz de alerta, porque la tecnología no demorará en darles solución a las quejas. Cada año el avance y la facilidad para bajar contenidos y almacenarlos supera con creces la capacidad de las industrias del entretenimiento tradicionales para trepar en los posibles beneficios y frenar las copias ilegales.
Ya no se trata de comprar discos pirata, sino de bajar archivos a un computador, un teléfono, un iPod o un reproductor MP3. Es la cultura de la descarga que primero sacudió la música y ahora va por el cine, equilibrándose entre la democratización del consumo, la masificación de la tecnología y la vulneración de los derechos autorales.
Emi Chile comenzará en julio a vender en formato MP3 en el país un catálogo de 400 mil títulos internacionales. Pretenden ser pioneros en una industria local del disco devastada, entre otras cosas, por los efectos de internet. "Antes no existía en Chile un portal de venta de música en MP3 así de grande" dice Tulio Bagnara, gerente de Marketing de Emi. Asimismo MallMusic, el portal chileno de venta de música por descargas, hará algo similar. Christian Nelson -su gerente- anuncia que a partir del próximo mes un catálogo de 500 mil canciones en formato MP3 estará disponible en el portal para ser bajado, legalmente. MallMusic comenzó a operar en diciembre de 2006 y sus resultados de venta "no superaron las expectativas". Nelson sostiene que en Chile el 95 por ciento de la música que se descarga es pirateada.
El anuncio de Emi y MallMusic de poner a la venta catálogos en MP3 libre de control de copia indica que los sellos discográficos están cediendo a la nueva realidad y abandonando el DRM, una especie de seguro que limita las copias e impide que el consumidor pueda tener libertad para reproducir la música que compra en cualquier aparato. "La capacidad de reproductores en Chile para DRM no pasa del 5 por ciento" dice Bagnara. Así era imposible que se masificara la descarga legal en nuestro país, porque en esta materia -como en los libros y los CD- Chile es un país de descargas piratas. Esa debe ser una de las razones por las que Apple vende iPods con éxito pero no ha mostrado interés en que los compradores nacionales tengan acceso al catálogo de iTunes, la tienda de descargas que viene asociada a la venta de iPods. Santiago Schuster, director general de la Sociedad del Derecho de Autor, grafica la paradoja de la que poco se habla: "El complemento del iPod es necesariamente la tienda de iTunes, pero si quieres comprar música desde Chile, inmediatamente te va a aparecer que en tu país no está habilitada la tienda. Hemos conversado con el Sernac el tema", agrega Schuster. El abogado saca cuentas y calcula que si cada dispositivo de MP3 y iPods acepta por lo menos 100 archivos y hay unos 500 mil aparatos en el mercado, la cantidad de archivos musicales que resulta de esa multiplicación es millonaria y en su gran mayoría descargas ilegales. Como nunca antes se consume música, y como nunca antes es gratis. "Yo no tengo estadísticas sobre ese punto en particular -agrega Schuster-, de lo que sí hay estadísticas claras es que las ventas de música en Chile han caído en un 15 o 20 por ciento".
Hace una semana en Madrid, el abogado John Kennedy, presidente de la Federación Internacional de la Industria Discográfica (Ifpi), declaraba que la venta de música a nivel mundial -incluida las descargas legales- se había desplomado a niveles de 1985 y que hasta el 80 por ciento del tráfico de internet es material robado. Menos alarmante es el mismo Kennedy en el informe que el Ifpi lanzó sobre el futuro de la música en la era digital. Allí se destaca que actualmente en Estados Unidos el 30 por ciento de toda la música que se graba es vendida por descarga online o a través de celulares. En este informe se resalta lo que se ha llamado el Acuerdo Sarkozy, el sistema por el cual el gobierno francés intenta frenar la piratería y la descarga ilegal y que obliga a los proveedores de internet franceses a desconectar a los clientes que infrinjan los derechos de propiedad intelectual haciendo descargas ilegales "a gran escala". Algo similar se ha hecho en Taiwán y Corea del Sur. Santiago Schuster sostiene que los proveedores de internet son actores que deberían considerarse, sobre todo con la masificación de la banda ancha: "El 80 por ciento del tráfico de la banda ancha en Estados Unidos se justifica por la descarga de música y contenidos audiovisuales y hacia ese consumo se orientan las promociones de banda ancha: bajar y compartir imágenes y música. Y la participación de los autores en ese negocio -que en 2006 en Chile superó los 400 millones de dólares- es cero".
El incierto destino de la industria musical ha servido como alerta a la industria audiovisual que vertiginosamente se está adaptando a la nueva realidad. Pronto bajar películas o series dejará de ser todo lo engorroso que era para los británicos encuestados en 2006 y esa es la razón para que Bazuca se aventure en la venta y arriendo online. En Hollywood se están preparando, aunque hasta el momento la piratería online es menor que la copia a través de DVD, la brecha se está acortando. "Estamos más preocupados de la piratería en internet que la piratería física, porque es más dificil de controlar", declaró en febrero Ron Wheeler, de Fox Enterteinment group, a la revista The Economist. Pero no todo es temor. En la misma revista un ejecutivo de la Paramount apostaba que en 2008 la industria del cine se moverá hacia el universo online, y que esa será una buena manera de lograr ganancias. Sin embargo aún se trata de un terreno sobre el que los estudios se mueven con precaución. "La razón principal es que se trata de una industria que tiene aversión a los grandes cambios, en parte porque vive en un riesgo permanente en el que cada fin de semana se juega el éxito de una película", añade The Economist.
Como lo menciona Santiago Schuster, el negocio de descargar películas es posible sólo gracias a la banda ancha, y en ese sentido las empresas proveedoras son los actores protagónicos. Edgar Spielmann, gerente de contenidos de VTR (la empresa dueña de Bazuca.com), añade que nuestro país es el único de América Latina que reúne las condiciones tecnológicas para tentar en el negocio de las descargas audivisuales. "Evidentemente, vivimos una evolución de lo físico a lo digital. Lo interesante de lo digital es que es una bodega infinita", dice Spielmann. La irrupción de la tecnología ha acelerado el lapso en que las películas pasan de las salas de cine al arriendo en DVD (home video), de ahí al pay per view, el cable y finalmente la televisión abierta. Esta escalada de "ventanas", se ha acortado en cerca de un tercio del tiempo que antes tomaba. Junto con la aceleración, se han generado nuevas formas de contenido que acompañan la película: trailers, sitios web con imágenes de adelanto de cómo se está haciendo la película y DVD con contenidos extras cada vez más elaborados. Explica Edgar Spielmann:
-¿Las descargas ilegales afectan más a la música o al audiovisual?
"Impacta por igual y tiene que ver con la lógica de los derechos de autor".
-Las empresas proveedoras de internet promocionan la banda ancha como una manera de bajar música y películas. Sin embargo, en Chile la gran mayoría de esas descargas no pagan derecho de autor. ¿No es una forma de incentivar las descargas ilegales?
"En VTR entregamos mayor ancho de banda para que la experiencia de consumo sea menor. La manera en que cada uno usa el servicio es un tema de cada consumidor. Cuando pusimos en marcha la banda ancha nos preocupamos de entregar contenidos para descargar, propuestas de valor".
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Digital y legal
Según Christian Nelson, gerente de Mallmusic, el comprador chileno de música online (es decir que paga por lo que baja) en promedio está sobre los 25 años. Aunque para la inmensa mayoría bajar música no es algo por lo que se tenga que pagar. "En 2007 vendimos alrededor de 60 mil descargas. En Chile es extraño que la gente compre música, pero aún así consideramos que es muy poco lo que se vende", apunta Nelson.
Desafiando la costumbre, EMI Chile pondrá a la venta en el país el catálogo del sello de jazz Blue Note. "Serán 2.000 títulos que por primera vez se pondrán en venta de manera expedita y segura", dice Tulio Bagnara. Libre de virus y con el mejor sonido. En 2004, la música digital apenas llegaba al 2 por ciento del total de la industria musical, tres años más tarde se empinaba en el 15 por ciento. Los niveles de penetración son variables. Mientras en Estados Unidos las ventas de música a través de internet y de celulares son el 30 por ciento del mercado, en Corea del Sur llegan al 60 por ciento. En 2007 se bajaron cerca de 1.7 mil millones de tracks, o canciones. Cada vez son más populares las descargas a través de celulares, que ya tienen el 12 por ciento de las ventas de música digital. Las diferencias entre países son notables. En Japón, el 91 por ciento de las descargas musicales legales se hacen a través del teléfono móvil. En Estados Unidos, sólo el 33 por ciento.
Copyright versus copyleft
Este mes el gobierno francés aprobó un proyecto para acabar con la piratería internet. El proyecto, elaborado por Denis Olivennes -ex presidente de la cadena de tiendas Fnac- y conocido como "Acuerdo Sarkozy", establece un sistema que detecta al internauta que esté bajando ilegalmente un archivo, le avisa y si reincide el operador de internet debe cortarle el servicio. Aunque falta la aprobación del Parlamento, este proyecto impulsado ha cobrado relevancia mundial. La industria musical y los titulares de derechos de autor ven en el Acuerdo Sarkozy la salvación frente a un destino oscuro. En una entrevista al diario El País, Olivennes sostiene que Europa debería imitar la ley francesa y advierte que el riesgo no es "para los artistas consagrados, como Radiohead o Prince [que han colgado gratis su música en internet para luego ganar dinero en giras], que ya han disfrutado de enormes inversiones en marketing para promocionar sus carreras. El problema es para los futuros artistas". Olivennes reconoce que no es posible terminar con las descargas ilegales, pero sí reconducirlas hacia la legalidad, y añade que las ventas de música en Francia han caído 50 por ciento y los contratos con discográficas, 40 %.
Pero hay quienes ven en este tipo de soluciones un camino equivocado. Claudio Ruiz preside la ONG Derechos Digitales, una organización chilena que aboga por el copyleft, una manera distinta de enfocar el problema
-¿Qué significa el copyleft?
"Copyleft es un juego de palabras que apunta a la necesidad de cambiar los énfasis que tiene el derecho de autor tradicional o copyright y darle una vuelta al derecho de autor, con el fin de garantizar acceso y no restringir las libertades de los usuarios. Básicamente, consiste en la necesidad de superar la lógica restrictiva tras la frase "todos los derechos reservados" para comprenderlos en un sentido distinto, que permita tanto acceso como uso por parte del público. La lógica copyleft no pretende necesariamente derrotar al derecho de autor, sino adaptarlo a las necesidades y desafíos que supone internet".
-¿Es el copyleft una especie de rendición frente al pirateo?
"En lo absoluto. Movimientos como el del software libre, en el caso del software, o el de Creative Commons, para las obras intelectuales, suponen adaptar el derecho de autor a las necesidades de autores y del público ante la masificación de los medios digitales".
-¿Cómo conjugar copyleft y la necesidad de recibir un pago por autoría?
"Hay dos mitos sobre el tema. El primero es que se pretende abolir los derechos de autor. El segundo es que pretende legalizar la piratería y evitar el pago de los derechos que corresponde hacer a los autores. Nada más lejos de la realidad. Ha habido un cambio radical en los modelos de negocio en los que se basaron en la explotación de los derechos de autor desde principios del siglo XX. El quid, por tanto, es que la industria debe cambiar un modelo de negocios obsoleto que se basaba en la venta del soporte -el plástico en el caso de la música y el audiovisual-, por un modelo que aproveche las condiciones únicas que permite la tecnología e internet a favor del acceso. Las experiencias derivadas de sistemas de licenciamiento alternativo en contenido están recién comenzando. El ejemplo más novedoso tiene menos de un año y es el de Nine Inch Nails. La banda lanzó su último disco con una licencia Creative Commons, permitiendo, además de su descarga gratuita, reproducciones siempre que no persigan fines comerciales. En paralelo (como una nueva manera de hacer negocio), la banda ofrecía ediciones para coleccionistas del mismo disco, tanto en vinilo como en CD. En menos de 24 horas, la banda recaudó más de 750 mil dólares por la venta de esos soportes. Todo ese dinero, ofreciendo el contenido gratis".