Esta es la historia de un locutor, que por cosas del destino, y una supuesta facultad paranormal logra ingresar a las filas de la policía secreta de Pinochet, la DINA.
Buscando información de la desaparecida radio Occidente de La Serena, me encontré con un oscuro personaje llamado Osvaldo Pincetti, conocido locutor de esa emisora que meses antes del golpe militar gozaba de gran sintonía con su personaje "El Profesor Destino".
El horóscopo, consejos amorosos, contactos con sus auditores, dando consejos y recetando medicamentos, eran los temas habituales que Pincetti trataba en su programa, incluso se auto promocionaba como hipnotizador y con supuestos poderes paranormales.
Unas semanas antes del golpe militar, el programa se acaba y a Pincetti se lo traga la tierra. Nadie tiene noticias de él.
El ex locutor radial había sido reclutado por la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina), la primera policía secreta de Pinochet.
La idea de obtener información de los detenidos a través de la hipnosis prendió rápidamente entre los oficiales del regimiento. Se trataba de un método inédito y quien lo proponía no era otro que el Profesor Destino. Pronto, los presos políticos lo bautizaron como Doctor Tormento.
En uno de los tantos juicios en que debió declarar tras el retorno de la democracia, el Doctor Tormento confiesa que hipnotizó a alrededor de 30 detenidos.
Pincetti fue un personaje singular dentro de la Dina y la CNI. Quienes pasaron por sus manos coinciden en que su labor no era, en rigor, aplicar tortura, sino que “ablandar” al detenido. ¿Cómo lo hacía? Generalmente recurría a la hipnosis, “un don que tengo desde niño”, declaró después ante el juez Alejandro Solís.
Sin embargo, nunca fueron muy claras sus habilidades extrasensoriales. Fernando Moraga, periodista y director de Radio Occidente en los tiempos en que Pincetti era el “Profesor Destino”, señala que “como hipnotizador era un poco chapucero. Es cuestión de que encuentres la persona adecuada y se te duerme sola”.
La opinión entre los presos políticos de La Serena no era muy distinta. “Nosotros nos cagábamos de la risa con sus sesiones de hipnosis. Algunos lo engañaban y se hacían los dormidos, y Pincetti decía ‘está listo, está listo’“, cuenta Eliseo González quien lo reconoció por su voz en una "sesión de hipnosis".
Aún así, los detenidos se preparaban para las sesiones con Pincetti. González dice: “Íbamos con la fuerte convicción de no dejarnos hipnotizar, con la idea de oponer resistencia mental”.
Diversos testimonios indican que Pincetti se apoyaba para sus sesiones de hipnosis y torturas aplicando inyecciones de pentotal (la droga de la verdad).
Pincetti no era médico. Tampoco un verdadero hipnotizador. ¿Poderes paranormales? Ninguno en realidad. Es difícil saber con precisión en qué momento los agentes de seguridad del régimen militar, entrenados para desconfiar hasta de su propia sombra, se dieron cuenta de que estaban siendo asesorados por un embaucador y que habían caído no uno ni dos años, sino durante todo el gobierno de Pinochet, 16 años.
La misión de Pincetti era poner en trance a los opositores de la dictadura para sacarles información. Pero llegó demasiado lejos. Fue condenado por la justicia a 10 años por el crimen del carpintero Alegría.
Sus últimos días los pasó absolutamente solo, empobrecido, con sus facultades mentales dañadas, Osvaldo Pincetti, conocido como “Doctor Tormento” o “Profesor Destino” fue incluso abandonado por sus más cercanos, despreciado por una sociedad que aún no entiende cómo un solo personaje pudo albergar tanta maldad y brutalidad..