Más radio (s) y menos cercos
Claudio Avendaño Ruz
Director Magister en Ciencias de la Comunicación, Universidad de Santiago de Chile
A diferencia de otros medios, la radio no ha sido objeto de investigación y reflexión reciente. Sin embargo, el creciente proceso de concentración de la propiedad radial, y el actual momento de ciudadanización de nuestra sociedad, hace propicio el debate de la coexistencia de medios públicos, privados y comunitarios.
Las catástrofes de esta década -más allá del dolor y la destrucción- han permitido re-valorar el rol de la comunicación mediada, especialmente la radio y las plataformas digitales. El caso de la televisión es más complejo: se reconoce centralidad y, al mismo tiempo, se critica su sensacionalismo y espectacularización.
Un caso particular es la radio, que ha sido especialmente hábil para adaptarse a los nuevos escenarios mediáticos que ha supuesto la emergencia de la televisión y actualmente las tecnologías digitales. Es un medio que está siempre presente debido a la magia de su oralidad y capacidad de adaptación a los nuevos espacios socio-culturales y estéticos de las audiencias. Sin embargo, no ha sido objeto de investigación y reflexión reciente, como los otros medios.
Una excepción es el trabajo de Lagos y Rodríguez del ICEI de la Universidad de Chile y publicado en la revista FARO de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Playa Ancha (* Ver más abajo). Aborda la situación de las radios comunitarias desde la matriz de la Libertad de Expresión y además presenta conceptos más generales respecto a la Libertad de Expresión en el ámbito chileno y regional, lo que puede constituir un valioso mapa para quienes desean avanzar en la compresión de este campo.
Lagos y Rodríguez mencionan el proceso de creciente concentración que se expresa en el caso de la instalación en el país del grupo de origen español Prisa a través del control de Ibero Americana Radio Chile. En general, la percepción ciudadana era que la radio constituía uno de espacios más diversos desde que se originara como medio masivo en Chile: un amplio conjunto de medios a cargo de una gran cantidad de pequeños propietarios, ubicados, además a lo largo y ancho del país. La radio era el único medio verdaderamente descentralizado –nacional, regional y local- hasta cuando la lógica de las retransmisoras se impuso, generando cadenas de radio cuando no, simplemente, subsumiendo la gestión y/o la propiedad de muchas radios en pocas manos (conglomerados).
Pero ¿qué significa que un grupo de medios esté concentrado? Algunos podrán pensar que si esta situación no afecta la calidad y cubre las “necesidades” comunicativas de las audiencias, no habría de qué preocuparse. Y en cierto sentido puede ser razonable: un grupo reducido de actores mediales puede generar una oferta diversa e incluyente… aunque sea un poco naif y teórica esta posición.
En el otro extremo, no podemos suponer que porque exista una variedad amplia de gestores de medios ello garantice por sí mismo la pluralidad de puntos de vista y propuestas estéticas. Puede ocurrir (y de hecho ocurre) que se produzca una tendencia homogeneizadora en los contenidos, estilos y lenguajes, de tal manera que la radio no camine hacia la representación amplia de las tendencias y grupalidades socioculturales y políticas.
También se plantea el devenir de las radios comunitarias y ciudadanas, que emergieron en Chile de manera coetánea con la recuperación de la democracia, ya que no se ha logrado resolver satisfactoriamente desde el Estado un estatuto de funcionamiento y desarrollo de estos medios en el marco del tercer sector de comunicación (sin fines de lucro). Ya van dos leyes que han intentado regular sus concesiones (la primera de 1994, la segunda, de mayo del 2010), pero la actual Ley Nº 20433 de radios comunitarias y ciudadanas ha demorado más de 4 años en entrar en vigencia y contiene disposiciones que las propias organizaciones sociales involucradas evalúan como restrictivas e insuficientes.
Tal situación plantea un tema más amplio y en la coexistencia de medios públicos, privados y de la propia ciudadanía. Como resulta evidente observar, vivimos en un paisaje mediático en que se ha naturalizado la concepción de que deben existir solo medios comerciales. No tenemos radios ni prensa del sector público y Televisión Nacional, obligada a desenvolverse como si fuera una empresa comercial más, está en proceso de avanzar para constituirse en un medio público, según la ruta y promesa del programa del actual Gobierno (y ya estamos en su segundo año y no se vislumbran avances). Respecto a los medios del tercer sector ciudadano y comunitario, las radios son la expresión más evidente de su existencia y no se percibe un reconocimiento social y político profundo de este tipo de medios, sin aún incorporar en la reflexión las plataformas digitales con las radios on line.
Hay que avanzar en la idea de que la comunicación es un derecho humano y que la Libertad de Expresión y el Derecho a la Comunicación deben regir para todas y todos los actores y ciudadanos.
En el actual momento de ciudadanización de nuestra sociedad, es evidente que hay que desarrollar un sistema de medios que responda a las necesidades de un debate público, plural e informado sobre aspectos centrales de nuestra sociedad. Diversos actores debaten y proponen posiciones y puntos de vista que deben ser conocidas como componente básico de la participación ciudadana.
(*) Estudio referido en la Revista Faro: